martes, 6 de noviembre de 2012

 

 

dios

Lo sienten como una presencia viva en su adolescencia, alguien amigo, un ser con quien conversar mano a mano. "Dios es buena onda. Lo que pasa es que hoy entre los adolescentes da vergüenza decirlo, porque no está de onda, o no es lo que te vende la televisión. Vergüenza de decir 'voy a un grupo misionero o me gusta ir a misa los domingos o comparto oraciones con un grupo'. Es como que no está de moda", contaron Aluminé Lanzillotta (17, Versalles) y Santiago Bellocq (17, Mataderos).

Fue durante una charla convocada por la Vicaría de la Educación del arzobispado porteño para hablar de la relación de los adolescentes con Dios, que reunió a alumnos de secundaria de diversos barrios. El cómo ven los jóvenes el compromiso religioso fue un tema recurrente: Alan Martínez (16, Liniers) dijo: "Te dicen 'para qué vas a pasar todo el sábado con ese grupo rezando; salí, divertite, pasala bien'. Yo les digo que la paso muy bien, que es mi cable a tierra".

Para Agustina De Chazaz (16, de Villa Luro), el encuentro con Dios fue a raíz de un hecho muy duro: "Cuando tenía 6 años, falleció mi papa y pensé cómo puede ser que exista Dios y me pasen estas cosas. Luego me di cuenta que es verdad, que existe, que te acompaña, que te ayuda y que está siempre. Me lo imagino dentro mío, pero me cuesta. Hasta los 14 años no había aceptado que mi papá hubiera muerto; ahí es cuando necesité aferrarme a él para entender y ahí me di cuenta que estaba".

Y aunque ya no tiene la fe que practicó de chico, cuando tomó la comunión y rezaba por las noches, Santiago Pons (17, de Liniers), agregó que comprende la inquietud de sus amigos. "En la historia, el hombre no buscó un dios o algo superior en sí mismo, sino algo en qué resguardarse y capaz de perdonar sus pecados, lo malo que hizo en la tierra o una ayuda para ordenar jerárquicamente a la sociedad", dijo.

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